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Historias que cuentan


La travesía que lo cambió todo


Por Sergio Viloria, docente de Cocina.


En el 2010 inicié un viaje que lo cambiaría todo, inicialmente viajaba sólo por 3 meses, como turista, a Oslo, Noruega y me quede por 2 años. Amé visitar cada uno de sus rincones, me di el tiempo y la dedicación de recorrer de norte a sur el país, cada vez que podía.


Mis hermanos viven en el viejo continente hace ya más de 30 años, esto ayudó a que pudiera pisar tierras nórdicas, cada vez que pudiera o se planeara. El último viaje no fue así, un aire mágico entró en mi corazón flechándolo y amarrándome a la ciudad más del tiempo previsto y fue ahí entonces, donde decidí experimentar la vida europea.


Trabajé en varios establecimientos comerciales, pues tenía papeles de residencia temporal en ese momento, la mejor escuela de cocina que he tenido, fue de la mano de un maestro de la India, el cual me enseño todo lo que hoy sé y por lo que luchar dentro de mis laboratorios de cocina.


Frankfurt, Copenhague, Estocolmo, Londres, entre otras ciudades, tuve la fortuna de conocer, y siempre acompañado de amigos o familiares. Fiestas tradicionales, paisajes alucinantes, conexiones culturales, estructuras majestuosas, comidas extraordinarias, todo esto pude absorber.


Hay dos frases que yo siempre menciono y no son un cliché, ni más faltaba, son la esencia de lo que he podido admirar e interiorizar, “la libertad sólo se disfruta con el toque de la naturaleza y de lo cotidiano” y “cada viaje es una enseñanza, cada viaje es una experiencia”. No volvemos a ser los mismos, si bien es cierto que somos tan diferentes a aquel minuto que pasó, un viaje extiende y alarga ese crecimiento.



Sergio con su hermana y sobrinos.





Los Ángeles: La ciudad Angelical


Por: Juliana Berrío - Practicante de comunicaciones.


Con la globalización y el constante uso del Internet que comenzó cuando recién cumplía mi primera década, muchas veces pensaba en lo interesante que era California, lo veía más como un sueño que como una posibilidad y es que, al ver en televisión a todos esos artistas y querer compartir sus espacios, sentía que ver el cielo azul y encontrarme en todos esos escenarios era un imposible para mí.


Es por ello que cuando se me presentó la oportunidad de viajar a Los Ángeles a conocer sus distintas locaciones icónicas, tuve miedo, no porque el lugar fuera extraño para mí, sino más bien le tenía pánico a reventar la burbuja en la que había puesto aquella ciudad.


En el primer viaje en auto después de bajarme del avión ocho horas después, me encontré comparando constantemente la ciudad donde nací y la fantasía que estaba viviendo en ese momento, las calles son más amplias, la vida va más rápido, los peatones escasean y los edificios son más altos.


La magia que emerge de la ciudad soleada es innegable, y es que la mezcla de culturas que se encuentran en un solo lugar es enorme, cada una con su respectivo espacio en donde de repente parece que tomaste un vuelo a otro país, pero sigues ahí, conociendo y dejándote atrapar de ellas sin darte cuenta.


Considero que la gracia de ir a Los Ángeles, siempre será conocer los lugares que solo aparecen en las películas; tuve la oportunidad de conocer Universal Studios, en donde la atracción principal es el tour por los diferentes espacios en donde se graban muchas de nuestras películas favoritas o incluso videos musicales. Junto con Disneylandia (en donde todo el tiempo hay felicidad en el aire) han sido de mis lugares favoritos para visitar.


Pero no solamente los lugares luminosos y famosos son el highlight de la ciudad, al ser una mezcla insuperable de culturas es importante hablar también de su gastronomía, insuperable en la cantidad de bebidas y sobre todo hamburguesas de todo tipo que hasta resultan imposibles como les llaman a la versión vegana de esta comida tan típica del mundo estadounidense.


Sin duda alguna, esta ciudad ofrece innumerables posibilidades para disfrutar de unas vacaciones dignas de poner en el paseo de la fama, y sin duda, les aconsejo viajar a este destino, pero como siempre, y como mi artista favorita dijo una vez en una canción: “el hogar está donde esté el corazón” y en Bogotá está el mío".



Los Ángeles California



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