Hay personas que dejan un legado de amor y representan la calidez humana que toda persona ansía tener. Eso es lo que representa Nohora Garzón, o mejor conocida como “Norita”, que con su luz a lo largo de los 3 años trabajando en la Fundación como Asistente Administrativa, próximamente se pensionará y se irá dejando una imagen inextinguible en el corazón de todo el equipo de la Fundación.
Norita nació en el municipio de Fusagasugá el 5 de febrero de 1965, fruto de un hogar donde fueron criados por sus padres, seis mujeres y un solo varón. Su madre falleció cuando ella tenía 16 años y, tras este lamentable hecho, tuvo que apoyarse con sus hermanos para así salir adelante.
Gracias a ese esfuerzo pudo culminar el bachillerato pero, lamentablemente, no contó con el apoyo de su padre para poder continuar sus estudios así que comenzó a trabajar para sostenerse.
Uno de esos primeros trabajos que tuvo fue como vendedora de zapatos escolares. En este cargo duró más de 20 años y tuvo su primer acercamiento con la institución, ya que la Fundación compraba los zapatos que ella ofrecia para venderlos a otros colegios. Cuando el negocio de los zapatos cerró, se vinculó a la Fundación.
Los 3 años que lleva en esta institución los ha sentido como el mejor trabajo que ha podido tener en su vida. “Es un ambiente muy sano, hay mucho compañerismo”, indica.
Otra de las cosas que la motiva a venir todos los días desde Soacha es la felicidad que le generan los niños. “Me quieren mucho, siempre me buscan”, dice.
Su orgullo más grande es su hija Leidy y su nieto Joan Sebastián. Leidy estudió Trabajo Social y está por terminar un técnico en el SENA. Por otra parte Joan, de 14 años, estudia en un colegio en Soacha y se destaca por ser excelente alumno y en inglés.
Apenas tenga su pensión, espera tener su propio local comercial y, así ya no esté más en la institución, siempre la Fundación Ana Restrepo del Corral la llevará en su alma.

